Post publicado en el blog privado Las noches de Perputxent (diario de una leyenda) el 07/02/2009. Todo cuanto en él se expresa corresponde a los primeros balbuceos del proyecto literario La Montaña Azul y, por tanto, no tiene por qué corresponderse con el resultado final del mismo. |
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Ayer tuve ocasión de leer los dos primeros capítulos de la obra de Josep Torró titulada: “El naixement d’una colònia: dominació i resistència a la frontera valenciana (1238-1276)”. He dejado para más adelante la lectura y el análisis de los otros dos, que tratan aspectos de las sociedades colonizadas y colonizadoras, como el autor gusta llamarlas. Es precisamente esta puntualización a la hora de llamar a las cosas por su nombre lo que más me ha gustado. Torró plantea una reestructuración del léxico con el fin de adecuarlo a una realidad que él declara desde un principio, al enfrentar los conceptos que denomina idealistas (repoblación, cruzada, mudéjar, tolerancia…) emanados, fundamentalmente, de la visión sacralizadora de la obra de Robert I. Burns, con otros que él entiende más realistas o, al menos, más asépticos (colonización, conquista, andalusí, segregación…), derivados de la línea investigadora de Pierre Guichard. No sólo comparto las tesis que plantea Torró de unas relaciones sociales convulsas basadas en el trato discriminatorio y vejatorio que los vencedores dispensan siempre a los sometidos, sino que éstas, además, me vienen como anillo al dedo. A poco que se estudien los documentos que nos han llegado de la época (Llibre dels Fets y, fundamentalmente, el Llibre del Repartiment y los documentos del rey registrados en el Archivo de la Corona de Aragón) se puede deducir que los motivos que movieron a la conquista del reino de Valencia fueron económicos, de expansión territorial, aunque, evidentemente, el pretexto elegido para justificarla fuera de índole religiosa, de cruzada.
En el primer capítulo, titulado: “la conquesta interminable”, Torró analiza las capacidades militares de ambos bandos, el armamento y las estrategias que empleaban con el fin de conseguir sus objetivos, debidamente condimentado con la aportación de numerosos ejemplos y referencias bibliográficas. Repasa también los hechos más destacables acontecidos durante los años que duró la conquista, prestando especial atención, cómo no, a la fabulosa resistencia que presentó al-Azraq en su zona de influencia. Expone las particularidades de las sociedades feudal y andalusí, concluyendo que las diferencias bélicas entre ambos contendientes, además de técnicas, tenían una importante componente social. Finalmente, considera el proceso de colonización como un arma intimidatoria que se mostró eficaz en la consolidación de los terrenos conquistados y, por ende, en la determinación del destino final de la población indígena: expulsión, esclavitud, desarraigo, sometimiento…
Especial atención merece la parte que trata de la resistencia ofrecida por al-Azraq, dado que la analiza con tal erudición y ofrece tantos datos que me parece fundamental tratar de reconstruir cronológica y geográficamente los hechos que allí se exponen como base de partida para el posterior planteamiento de mis hipótesis de trabajo. Así, a la lectura analítica realizada, seguirá otra con la finalidad de reconstruir los hechos en los lugares y en las fechas en que acontecieron, profundizando en la bibliografía ofrecida cuando necesite una mayor concreción.
Por otra parte, me complacen dos cuestiones: los datos que demuestran que los cristianos incumplieron numerosos de los acuerdos alcanzados y que, al menos, equiparan al rey Jaime con al-Azraq en su condición de traidor, y el hecho de coincidir con Torró en la sospecha de que, con la firma del tratado del Pouet, al-Azraq trataba de ganar tiempo, dado que el moro sabía perfectamente que las técnicas de combate cristianas no servían en aquellos territorios y que podía plantarles cara con muchas posibilidades de éxito. Esto, evidentemente, se confirmó a posteriori, cuando al-Azraq mostró su astucia, diplomacia y beligerancia durante el periodo de resistencia.
En el capítulo segundo, titulado: “ad lucrandum contra sarracenos”, Torró habla de las cabalgadas cristianas, cuya finalidad, además de tomar el botín, era la captura de sarracenos y su posterior venta como esclavos. Esta forma de violencia y los continuos fenómenos de intimidación provocó la dispersión de la población andalusí, que de esta manera perdieron su patrimonio y se convirtieron en exáricos. Habla también de las expulsiones masivas de indígenas, del fenómeno de la conversión al cristianismo como medio para evitar la esclavitud y mantener sus bienes, y de la persecución y segregación social que sufrió la población musulmana. No es de extrañar, pues, que Torró se empeñe en reconducir el léxico que emplean los historiadores a la hora de contar este periodo de la Historia: ni cruzada, ni sociedad en simbiosis, sino conquista y xenofobia, aspectos que, por otra parte, resultan lógicos en un contexto de guerra. Estoy completamente de acuerdo con las tesis de Torró y me adhiero a cada una de sus reivindicaciones.
Por último, cabe decir que la lectura de este libro confirma la existencia de dos corrientes diferentes a la hora de interpretar este pequeño periodo de la Historia, por lo que ya sé que mi versión de los hechos contará, al menos, con un nutrido grupo de historiadores críticos. Espero contar con aliados en el otro bando… Seguiré los consejos de Torró e intentaré rescatar todo lo que Burns tiene de aprovechable, que no es poco.
Definitivamente, me alío con los moros…
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