Hay fotos que valen lo que su intrahistoria, y ese es el caso de la serie Plenilunio que ahora se presenta. Se trata de dos fotos muy especiales para mí por muchos y variados motivos, quizás las que tengo en mayor estima pese a haberlas tomado con un equipo fotográfico muy precario. Plenilunio, el aullido del lobo es la primera de ambas, mi primera nocturna, la que inyectó en mis venas el veneno del noctambulismo. La tomé con la cámara de un amigo, conjuntamente con él, y desde entonces que no he parado de salir en busca de la noche. Pero la serie Plenilunio es mucho más… Recuerdo que aguardábamos a que la luna asomara entre los riscos cuando, por entrar en ambiente, relaté la leyenda de l’Encantà a quien aquella noche me acompañaba. Poco a poco la oscuridad derivó en penumbra, y cuando la luna llena asomó al milímetro sobre el pequeño algarrobo que corona uno de los megalitos del paraje, la leyenda de la Mora cobró sentido y la escena semejó una aparición, una señal. Desde entonces que no he parado de soñar con ella.
Y así fue como al poco de indagar en la leyenda de l’Encantà, la figura de al-Azraq emergió de la noche de los tiempos para embaucarme, para arrastrarme a recorrer los que fueron sus dominios. Plenilunio es, pues, el germen de un encargo literario que me ha obligado a enarbolar el estandarte de la media luna por narrar la crónica de unos hechos que conocemos por boca de los vencedores y que, ahora, pretende reescribirse por boca de los que fueron sometidos. Y digo encargo porque la serie Plenilunio es, también, la historia de una efeméride que –quiero creer- no resulta casual sino fruto del destino, una sorprendente efeméride que cobraría sentido un mes después, con la siguiente foto de la serie.
No, no fue casual que la primera entrada de este blog se titulara Plenilunio, ni que su contenido lo ventilase con este escueto mensaje: “La tarde del 20 de mayo de 2008 acompañé al fotógrafo Juan Carlos Puig hasta los corrales de l’Encantà; de lo que allí nos aconteció al poco de salir la luna surgió este proyecto literario…”.
Título / Localización |
Plenilunio, el aullido del lobo / Barranc de l’Encantà (Beniarrés) |
Fecha / hora de la toma |
20/05/2008 / 23:55h |
Cámara |
Canon EOS 400D |
Objetivo |
Canon 18-55/3.5-5.6 EF-S |
Tiempo de exposición |
86 sg |
Diafragma |
F 5.6 |
ISO |
100 |
Distancia focal |
41 mm |
Tipología |
Fotografía de larga exposición (nocturna) |
Observaciones |
Luna llena |
Comentarios . . . .
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El halo alrededor de la luna es fruto del paso de unas nubes que la tuvieron oculta durante casi todo el tiempo de exposición. Además del halo referido, la toma presenta dos destellos provocados por efecto del filtro UV que montaba el objetivo, y que son la esencia de la foto. Con el tiempo he aprendido que este tipo de filtro resulta totalmente innecesario y las pocas veces que lo monto es, precisamente, para buscar un destello con fines compositivos. |
La serie Plenilunio es, también, una concatenación de casualidades. Los dos reflejos que aparecían sobre el monolito, en principio, parecían fruto del azar. En realidad se trata de fenómeno óptico provocado por el filtro UV que montaba el objetivo, y de haber sabido que bastaba con desenroscar el filtro para eliminarlos de la toma lo habría hecho. Sin embargo, a la vista de lo que descubriría unas semanas después, el cúmulo de casualidades que convergerían en aquel monolito traspasaría la línea de lo inteligible: el proyecto Las lunas de Perputxent comenzaba a andar.
«Segons el conte relata, i la veritat pot ser,
una dona molt guapa li aparegué a un llenyater.
Li ensenyà un collar de plata, amb diamants i rubís:
"¿què és el que vols, la joia, o t’estimes més a mi?" (…)»
Será casualidad que el color de los destellos lunares coincida con el de las gemas que, según el autor de estos maravillosos versos, engasta el collar de l’Encantà. A menudo, uno se recrea en la casualidad cuando se presenta sola, inofensiva; pero cuando ésta se hace acompañar de otra suerte de coincidencias el recelo se hace inevitable y, entonces, aquello que llegó de la mano de la razón comienza a cobrar sentido fuera de ella. Sí, el lobo aullaba aquella noche….
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