31/03/2014 – La Montaña Azul / Al-Azraq, el Blau: 3, 2, 1… ¡¡¡A escena!!!

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SINOPSIS: Mediado el siglo XIII, los valles más septentrionales de la montaña alicantina eran un avispero, una isla de Islam rodeada por un embravecido mar de cristianismo. Los feudales ansiaban someterla, pero La Montaña era un castillo de roca, alto y fuerte, y resistía. Fueron años de pactos rotos, de fortalezas tomadas y libradas por la fuerza, de treguas, emboscadas y escaramuzas entre las mesnadas de Jaime I y los partidarios del visir al-Azraq, el Azul.

Ocho siglos después, la gloriosa conquista del Reino de Valencia que las crónicas de los vencedores bendijeron con el incienso de los altares ha devenido, a la luz de la historiografía moderna, en el brutal exterminio de una cultura. Así, la misma crónica regia que otrora sirviera para enaltecer la insigne figura del Conquistador se presenta ahora como la prueba irrefutable de su tan feroz cruzada.

Con el propósito de reinterpretar la invasión feudal de al-Ándalus oriental, La Montaña Azul enarbola el estandarte de la media luna y concede la palabra a Abú al-Qasim ben Hilal –consejero personal del visir al-Azraq– para que el relato fluya en primera persona, libre, directo, visceral, por boca de quien sufrió en sus carnes el rigor del holocausto andalusí de Jaime I.

JaumeLa Montaña Azul. Crónica del visir al-Azraq es un ejercicio de dislocación histórica, de equidad, que pone en entredicho la versión de la conquista que nos han legado los cronistas medievales, modernos y contemporáneos, que empatiza con la realidad de aquellos musulmanes valencianos que fueron masacrados, expulsados de su tierra, sometidos al feudalismo, que cuestiona la insigne figura del rey Conquistador que nos venden las crónicas y perpetúan nuestras instituciones: la del buen rey Jaime matamoros, el rey dialogante, bueno, padre de todos los valencianos, el rey que combatió a los sarracenos, que loó a Dios, a su madre y a nuestro señor Jesucristo, el rey que nos concedió un país, unos fueros, una cultura, una lengua…

La Montaña Azul, sin embargo, muestra la cara menos conocida del rey Jaime: la del rey que cortó la lengua de su confesor, que fue excomulgado por el Papa, la del rey que faltaba a su palabra, que incumplía sus pactos, la del rey tirano, manipulador, que encubre y miente en su crónica, que fracasó en sus cruzadas a tierra santa, que fue el hazmerreír de toda Europa, la del rey que perdía la cabeza por las mujeres, la del rey, al fin y al cabo, humano, desprovisto de su halo de santidad.

Pero sobre todo, por encima de reyes y visires, de cruces y medias lunas, por encima de las propias personas, la crónica de la conquista de La Montaña es un canto a nuestra tierra, a nuestros paisajes, a nuestras sierras, nuestra luz, orgullo de los que –como el visir al-Azraq– hemos tenido la suerte de nacer aquí.

Confío en que la lectura de La Montaña Azul / Al-Azraq, el Blau ayude a restaurar los contornos humanos que el visir al-Azraq ha ido perdiendo a lo largo de los siglos, previniendo de esta manera que el polvo del tiempo y la maledicencia de las crónicas de los usurpadores sepulten por siempre la nobleza de sus actos.

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