Un total de cuatro covachuelas se ocultan entre la maleza a los pies del farallón rocoso de l’Alt de Senabre, en un lugar donde la vista abarca buena parte de la fértil vega de Perputxent. Cuentan que fue escondrijo durante la guerra civil, y no sería de extrañar que en otras épocas de fuerte agitación social sirvieran de refugio donde pasar desapercibido. Sea como fuere, el único uso que resulta evidente hoy en día es el de corral de ganado, pues aún quedan en pie buena parte de los muros que con este fin se levantaron. Seguramente, este uso no sea exclusivo de épocas recientes, sino que esa misma utilidad se diera en tiempos de al-Ándalus e incluso en épocas anteriores.
Recientemente, los corrales han sido lugar de ceremonia y plató de una importante producción cinematográfica; ahora, forman parte de la Microrreserva de Flora del Alt de Senabre, constituyendo el hábitat natural de especies botánicas singulares y madriguera de inofensivos murciélagos que aguardan bocabajo la llegada del ocaso. Pero los corrales de l’Encantà han sido mucho más que un mero refugio de fugitivos, rebaños y especies endémicas.
En el marco de actuación del proyecto "Land Use Dynamics in the Western Mediterranean: A regional Approach to the Transition to Domestication Economies" (2000-01), un equipo multidisciplinar de antropólogos y arqueólogos españoles y estadounidenses llevó a cabo un programa de intervención arqueológica en el área inmediata a los corrales de l’Encantà. La actuación contaba con los resultados de una prospección previa realizada por el equipo de excavación del yacimiento neolítico de la Cova de l’Or, donde se constató la fuerte presencia de materiales prehistóricos, principalmente líticos. Estos antecedentes, unidos al interés biogeográfico del lugar, con una diversidad de biotopos asociada a un área donde coincide el interés estratégico de su geografía -confluencia de dos barrancos, visibilidad de una amplia área de explotación-, la abundancia de agua y por consiguiente de los recursos asociados a este medio, e incluso la cercanía de importantes enclaves prehistóricos como sería el caso de la Cova de l’Or, confieren al lugar una especial atracción desde el punto de vista de la investigación arqueológica.
Los materiales encontrados durante las prospecciones de 2001 aparecieron en el área situada entre los bancales próximos a los corrales y los restos de una antigua terraza excavada por el discurrir del barranc de l’Encantà. En uno de los casos, los materiales aparecían distribuidos por la superficie de un bancal de olivos cercano a la pared rocosa, cuya dispersión auguraba la alteración del depósito arqueológico, al menos en su parte superior. Igualmente factible resultaba la hipótesis de unos materiales situados en una posición secundaria, fruto por lo tanto del desmonte o desplazamiento natural de niveles cercanos, o incluso al amparo del farallón calizo. En el otro ejemplo, los restos fueron recuperados en un área que corresponde a una antigua terraza, actualmente de dimensiones muy reducidas, donde la densidad de materiales era especialmente importante. De este pequeño espacio, ubicado entre el barranco y la zona cultivada, procedían buena parte de los restos depositados en los fondos del Museu de Prehistòria de València encontrados por el equipo de excavación de la Cova de l’Or.
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Más de tres mil restos líticos fueron recuperados en el transcurso de los trabajos de campo: raederas, muescas, denticulados, puntas musterienses, raspadores, buriles, perforadores, truncaduras, láminas con borde abatido, puntas de dorso, taladros, puntas de flecha, lascas retocadas… Los materiales se asocian a un paraje que ofrece una extensa gama de recursos, que contempla tanto la explotación de especies animales, como el control de una zona de humedal que existía hasta no hace muchos años en la confluencia del barranc de l’Encantà i el río Alcoi o Serpis, si nos atenemos a las noticias orales.
Los trabajos llevados a cabo han proporcionado un conjunto de datos de especial relevancia que ponen de manifiesto la presencia de materiales que cubren una extensa cronología, que con los elementos actuales podría arrancar en algún momento del Paleolítico superior y aportaría igualmente objetos relacionados con el Epipaleolítico microlaminar (10.500–10.000) y el Mesolítico geométrico (7.700-7.000) además de incorporar materiales más recientes que podríamos situar entre el Neolítico (6.700-3.800) grosso modo y la Edad del Bronce (ca. 3.800).
A modo de conclusión y a la vista de los resultados preliminares ofrecidos tras la intervención sistemática en el área, cabe señalar la notabilidad del conjunto lítico recuperado. A la riqueza de materiales y la amplitud cronológica abarcada, hay que sumar la aportación de elementos en relación con algunos de los períodos con una escasez de datos marcada en el área del estudio (Mesolítico geométrico). En definitiva, las intervenciones efectuadas hasta la fecha corroboran el interés arqueológico del lugar, que a falta de una identificación estratigráfica precisa, requiere de la puesta en práctica de nuevos trabajos capaces de aportar una información concluyente.
Cada vez que visito el paraje de l’Encantà, el barranco me ofrece una cara diferente. No, el barranc de l’Encantà y su entorno nunca dejan de sorprenderme.
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BIBLIOGRAFÍA
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Las ocupaciones prehistóricas del Barranc de l’Encantada (Beniarrés, Alacant). Un primer balance de la intervención arqueológica en el área a través del análisis del registro lítico, por Oreto García Puchol, C. Michael Barton, Joan Bernabeu Aubán y J. Emili Aura Tortosa. Recerques del Museu d’Alcoi, nº10. Alicante (2001)
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