Hoy me he levantado con las piernas doloridas tras la terrible ascensión al Guatleró y a la cima de Benicadell que llevé a cabo durante el día de ayer junto a Carlos Sanchis. El motivo que nos llevó hasta el Guatleró era documentar el enclave, sus accesos, sus vistas, su posición estratégica. La cima estaba repleta de restos cerámicos -fundamentalmente de fragmentos de tinajas de gran tamaño con cordones adosados-, y los vestigios de dos muros de piedra seca que, según los expertos, podrían pertenecer a un asentamiento en altura de origen andalusí que abarcaría el periodo entre los ss. X-XII. Parece ser que la importancia estratégica de este enclave residía en controlar el camino que unía el valle de Albaida con el de Perputxent a través del actual puerto de Salem.
Después de ascender al Guatleró pero, fundamentalmente, tras acometer la violenta subida a la cima de Benicadell por aquellas trochas pedregosas abiertas en las aliagas por los jabalíes, la opción de que el Guatleró jugara un papel importante en la batalla por el hisn de Binnah-Qatal ha perdido muchos enteros. Me inclino por pensar que el castillo se situara en la zona aledaña a la cima, donde el pozo, y que el puig que los hombres de al-Azraq controlaban a oriente del castillo -según se refiere en la Crónica de Jaime I- se encontrara en la parte superior de la subida a Benicadell desde el Guatleró, en el alto que antecede a la depresión que lleva hasta la zona del pozo. De este modo, el cerramiento de la muralla oriental del castillo sería mucho más corto y sencillo de construir y de defender, y la guarnición se encontraría más recogida. Igualmente, el castillo alcanzaría unas dimensiones formidables, puesto que, además, desde esta ubicación se tenía un perfecto acceso a la parte superior de la cresta rocosa que domina la vertiente septentrional.
Inicialmente, pensaba que la muralla oriental podía encontrarse más abajo (ver entrada 21/05/2009 – Incursión en los territorios de al-Azraq (1): la batalla de Binnah Qatal), empotrada entre las crestas rocosas que delimitan el valle interior que asciende desde el Guatleró, pero esta posibilidad no se sostiene puesto que, además de agigantar innecesariamente la superficie del castillo y de dificultar su defensa y el recogimiento de la guarnición, la propia muralla funcionaría a modo de presa con la ingente cantidad de derrubio que desliza ladera abajo. No aquello no tenía ningún sentido…
Así, bajo esta nueva hipótesis de localización, las funciones del Guatleró se limitarían, si acaso, a vigilar el camino de Salem y, en caso de necesidad, garantizar una vía de escape para el castillo, de ahí que los restos cerámicos del Guatleró sean anteriores al XIII.
Sin embargo, en la obra “Els musulmans al Comtat”, recientemente editada por el Centre d’Estudis Contestans, he podido encontrar una nueva hipótesis para su localización. Según esta publicación, el castillo de Benicadell podría coincidir con el castell vell d’Albaida, situado sobre el Alto del Baladrar en el extremo occidental de la sierra de Benicadell, a unos dos kilómetros al sur de al-Bayda (la Blanca), al otro lado de la N-340. Lo justifican en una razón muy simple: este castillo controlaba el paso por el camino que, desde Xàtiva, marchaba hasta Cocentaina, Alcoi, Castalla y Xixona.
Sea como fuere, no necesito conocer la exacta localización del castillo para alcanzar los fines narrativos que persigo, de modo que las razones de investigar este aspecto obedecen a la conveniencia de conocer y documentar el enclave con vistas a conseguir una mayor verosimilitud durante la escritura.
Un último apunte: estando en la cima del Guatleró pudimos observar las disputas territoriales protagonizadas entre un halcón peregrino y un águila perdicera. El halcón, mucho más pequeño pero con mayor capacidad de maniobra, hostigaba el majestuoso planeo del águila con rápidos ataques dirigidos desde todos los flancos, y no cesó en su empeño hasta conseguir su objetivo. Pensé entonces que esta misma situación pudieron vivirla al-Azraq y sus hombres durante su campaña de asedio al castillo, e imaginé el alborozo entre los andalusíes al conocer el desenlace. Huelga decir que los hombres de al-Azraq se identificaban con la técnica del halcón, y que el águila, en vez de perdicera, era un águila real, jaimina.
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Almeys ja tinc una resposta al fet que trobara tanta resta ceràmica al Guatleró. Ja fa molts anys que en alguna de les meues incursions em va cridar l'atenció tanta abundància de testos. Com, aleshores, sols anaven per allí els que teniem síndrome de capra hispànica, no era fàcil que ningú m'ho expliqués.